Pastor de nubes, labio
que no se ve,
río loco del cielo,
río que río fue
en la tierra olorosa
y es hoy fantasma de él.
Al duende misterioso
no se le ve
pero muestran su forma
los que bailan con él.
En la rosa ahuecada
se adivina su sien
y su mano en los hombros
dorados de la mies
y se le ve la danza
en el vaivén
de la rama florida
y el vuelo se le ve
en las hojas humildes que lo siguen
y en las que van delante de él.
El duende vuela
hasta el atardecer
rozando las estrellas
que empiezan ya a resplandecer
Llega al jardín
y hace cosquillas al laurel
que levanta los brazos como una niña loca
y los deja caerc
Besa a una rosa,
se sacude los pies
con el plumero
del clavel
y, ya a la tarde, en los rincones,
se le siente bailar y volar y correr
y jugar a la ronda con las hojas doradas
y con los niños de papel.
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